De la ficción al hecho: Fuego Griego

Dentro del mundo de Una Canción de Hielo y Fuego, en el que dragones, espectros de hielo y la magia en general no son cosa extraña, existe un arma de destrucción muy particular: el fuego salvaje.

Batalla del Aguasnegras. Temporada 2, Episodio 9, Juego de Tronos.

Dentro del folklore del mundo creado por George R.R. Martin, el fuego salvaje es un líquido inflamable muy volátil, de color verde, que no puede ser extinguido con agua. Una vez que comienza a arder, no puede ser controlada pues impregna prácticamente cualquier material desde pieles y madera hasta acero. Solo el fuego de dragón, el fuego en el interior de la tierra y el sol, arden con mayor intensidad que el fuego salvaje.

El proceso para elaborarlo solo es conocido por el gremio de los alquimistas, quienes afirman que se requiere de hechizos. Como habría de esperarse, el fuego salvaje tiene un vínculo importante con la casa Targaryen. Después de la desaparición de los dragones, el fuego salvaje fue la clave para el poder de los Targaryen quienes lo almacenaban en grandes bodegas bajo Desembarco del Rey y que finalmente servirían para la protección de la capital durante la batalla del Aguasnegras liderada por Tyrion Lannister durante el segundo libro de la saga.

Pero, ¿qué hay detrás de esta sustancia ficticia?

El fuego Griego, también llamado fuego líquido o fuego marino, era un arma incendiaria usada por el Imperio Bizantino durante el siglo VII. Esta sustancia, siempre es descrita como un líquido o semi-líquido y podía arder sobre el agua. Incluso algunos historiadores afirman que ardía por el simple contacto con ella. Sin embargo, aunque su uso se ha documentado, su composición química ha permanecido siendo un misterio.

Su invención se atribuye al griego cristiano Kallinikos en Constantinopla, aunque también se ha considerado que es el invento de todo un gremio en dicha ciudad. El uso del fuego Griego fue decisivo en la defensa de Constantinopla ante las invaciones árabes y durante las guerras civiles Bizantinas. Posteriormente también se menciona en crónicas de las cruzadas del siglo XIII.

Los componentes y proporciones precisos eran el secreto mejor guardado del imperio y la fórmula se perdió con el paso de los años. Sin embargo, se sabe que uno de los componentes principales era petróleo ligero o nafta. Otros de los ingredientes sugeridos incluyen: cal, azufre, nitrato de potasio y resina. Incluso se ha sugerido el uso de pólvora en la mezcla. Solo podía ser extinguido con arena, vinagre o, extrañamente, orina.

Andre Reiner, experto en armas históricas, intenta recrear el fuego Griego usando una combinación de materiales accesibles a los Bizantinos del siglo VII: petróleo crudo, alquitrán y grasas animales. Video recuperado de National Geographic.

Los bizantinos usaban el fuego Griego en las batallas navales debido a sus propiedades que se han descrito. Podía ser lanzado a través de un tubo llamado sifón, antecesor del lanzallamas actual. Una versión portátil podía ser usada tanto en embarcaciones como en torres de asedio. También se almacenaba en vasijas de cerámica y se usaban como granadas que podían ser lanzadas por una catapulta.

Figura 1. Uso del fuego Griego en sifones y granadas (Wikimedia Commons).

Historiadores y científicos han intentado desenterrar el misterio que rodea a esta arma de guerra, pero sin encontrar una fórmula que reproduzca lo que se reporta en dibujos, grabados y documentos antiguos. Esto ha hecho volar la imaginación de escritores, no solo en Una Canción de Hielo y Fuego. Otras obras incluyen las novelas Fuego Oscuro, de C.J. Sansom o Rescate en el Tiempo del conocido Michael Crichton.

Si quieres saber más sobre el fuego griego y sobre la ciencia detrás de otras armas te recomiendo los libros A History of Greek Fire and Gunpowder de J.R. Partington y Science goes to war de Ernest Volkman. También puedes encontrar un breve artículo aquí.

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