STEMinismo: El futuro es femenino

Hace unos meses me pidieron colaborar con un proyecto para motivar a niñas y jóvenes a estudiar carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Debía grabar un video contestando algunas preguntas de las cuales dos me hicieron reflexionar y aún lo siguen haciendo: ¿Por qué elegiste tu área de STEM? y ¿Te inspiró alguien o algo a hacerlo? Esa reflexión me llevó a pensar, no solo en mi vida académica, sino sobre todo en el ambiente social y familiar en el que crecí pues creo que ahí se encuentra el secreto del por qué hago lo que hago, profesionalmente hablando. 

Gran parte de mis años formativos los estudié en una escuela para mujeres, por lo que me he dado cuenta de que realmente nunca experimenté los estereotipos de género que ahora sé que abundan. Todas éramos y nos sentíamos en igualdad de condiciones: podías ser tan buena como te lo propusieras. En cuanto a mi familia, crecí rodeada de tecnología, estudio y libros. Siendo mis papás estudiantes de posgrado en computación, la universidad, laboratorios de cómputo y sobre todo, los libros de cosas que no comprendía pero que sabía que podría hacerlo, eran cosa cotidiana. Además, tenía a mi alcance otra clase de libros… 

Siempre he creído que la ficción es una herramienta poderosa, pues en ellos vemos reflejada la esencia misma de nosotros como seres humanos y todas las posibilidades que nuestra existencia ofrece. Desde pequeña leía sobre Crisantemo, una ratoncita que le enorgullecía tener un nombre tan largo que no cabía en su tarjeta, sobre Lili y su valentía en los días de carnaval cuando se vestía de bailarina a pesar de su timidez. Más adelante, Hermione Granger me enseñó sobre la inteligencia y la amistad y Katniss Everdeen, que una mujer puede marcar la diferencia. Así toda una colección de mujeres que, aunque ficticias, proporcionaban un ejemplo de fortaleza, resiliencia, independencia y otras cualidades. 

Estas reflexiones me llevan a responder ¿Por qué elegiste tu área de STEM? A veces me gusta pensar que las ciencias me eligieron a mi y no al revés. Creo que lo que me gusta de la ciencia es que siempre está cambiando. Esto es la carnada perfecta para alguien a quien le gusta aprender sobre lo que pueda. Estudiar ciencias no sólo es aprendizaje constante, sino curiosidad, imaginación y creatividad al 100% ¿Te inspiró alguien o algo a hacerlo? Esta pregunta es un poco más complicada de contestar. Me parece que encontré inspiración primero en mis papás, que siempre me motivaron a encontrar y explorar lo que me apasiona. Ya fuera con clases de solfeo cuando quería ser cantante (nota: aún quiero jaja), comprándome mil y un libretas para que escribiera LA novela (nota: aún lo hacen), entre muchas otras cosas. Ellos me inspiraron a seguir mis sueños y ese sueño resultó ser, en parte, la ciencia. En segundo lugar, fueron las historias que tanto valoro los que me dieron esa chispa para “ser lo que deseara ser”. Podía ser tan cerebral como Dana Scully, tan sensible y apasionada como Marianne Dashwood o tan independiente y determinada como Ellie Arroway. No sé si sea bueno o malo, pero la ficción me ha permitido no tener miedo de mostrar lo que soy. Por último, en mis años formativos de secundaria y bachillerato, tuve la fortuna de tener como profesoras de las áreas científicas a mujeres ejemplares que ahora entiendo plantaron en mi subconsciente la semilla del “tú puedes”. 


Todas estas reflexiones me llevaron a concluir que he sido privilegiada en el contexto de “las mujeres en STEM”, al menos en la primera etapa del desarrollo de vocaciones científicas. Desafortunadamente, no vivimos en una utopía donde todas las niñas están expuestas a un ambiente que propicie y haga de la ciencia y la tecnología, áreas con igualdad de oportunidades de acceso. De acuerdo a datos de la UNESCO, menos de 1 de cada 20 niñas considera dedicarse a una carrera STEM y esto se ve reflejado en el hecho de que menos del 30% de investigadores a nivel mundial son mujeres. Más aún, en un país donde 3 de cada 10 adolescentes entre 15 y 17 años se encuentran fuera de la escuela, el desarrollo de vocaciones científicas se encuentra con obstáculos relacionados no solo con la desigualdad de género, sino con las desigualdades sociales más básicas como lo es el derecho a la educación. 

Si bien el acceso a la educación y las problemáticas que presenta (sobre todo ahora que nos encontramos bajo un esquema de educación a distancia) son parte fundamental de las limitaciones que las niñas y mujeres encuentran para desarrollarse profesionalmente en carreras STEM, no son el objeto de esta reflexión. Lo que sí es el objetivo es expresar mi perspectiva sobre cómo podría eliminarse los estigmas – o al menos intentarlo – que plagan el trabajo científico y tecnológico y que considero repercuten en la visión que la sociedad tiene sobre quienes se dedican a esas áreas. 

Desde los años 60s en E.U.A se realiza un peculiar experimento donde piden a niños y niñas de primaria “Dibujar un científico” (Draw a scientist). En la primera edición, menos del 1% dibujó a una mujer. Fue hasta la última década que el número de mujeres en los dibujos ha aumentado hasta alrededor del 34%. Entonces, ¿qué hace que el papel de la mujer en la ciencia sea pasado por alto? El lugar común, son los estereotipos sobre el trabajo científico: “las ciencias son complicadas" o “los chicos son mejores en matemáticas”. Son las pequeñas expresiones que contienen una fuerte carga estereotípica que cada vez que es liberada se afianza en el inconsciente con la frase “no es para mi”. 

Aunque suene caricaturesco, la imagen predominante que se tiene de un “científico” es la de un hombre de cabello alborotado, encerrado en un laboratorio, rodeado de libros, papeles y fórmulas incomprensibles. Son esta clase de estereotipos los que empañan la visión de las oportunidades que las carreras STEM ofrecen a las mujeres. Es a causa de esta y otras visiones un tanto distorsionadas, que es necesario visibilizar el papel de la mujer en el trabajo científico y tecnológico. Las niñas y adolescentes necesitan tener a su alcance ejemplos de mujeres exitosas en el ámbito científico, ya sea a través de la realidad o la cultura pop. Cuando una niña se vea reflejada en otra mujer, entonces podrá decir “si ella, una mujer como yo, pudo hacerlo, entonces yo también puedo y lo haré”. 

El que la mujer tenga representación en la ciencia, puede ayudar a que la visibilidad social de la mujer como científica se vuelva algo cotidiano. Las mujeres en STEM tenemos la responsabilidad de aportar nuestro granito de arena, compartiendo nuestra labor y la de nuestras colegas desde nuestras trincheras, ya sea en nuestra comunidad, a través de redes sociales o más recientemente colectivos feministas. El talento está ahí, en la niña a quien le gusta observar insectos, en la adolescente que disfruta resolver ecuaciones o mirar hacia las estrellas. 

Sin embargo, nuestra labor debe continuar. Necesitamos también involucrar a la comunidad científica en general, ya que los obstáculos de las mujeres en STEM no terminan con el descubrimiento de la vocación. El mundo patriarcal de la ciencia – sobre todo el de las ciencias exactas – puede ser difícil de navegar hasta para la científica más consolidada. Desde cuestiones tan simples como la falta de sanitarios para mujeres en edificios de ingenierías hasta situaciones más complejas como la disparidad salarial y el acoso sexual. 

Mi carrera profesional en la ciencia apenas comienza y sé que es posible gracias a todas aquellas feministas, científicas y no científicas, que abogaron por nuestro derecho a la educación universitaria, nuestro derecho a ser escuchadas y tomadas en cuenta. Pero aún queda mucho camino por recorrer, es ahora nuestra responsabilidad luchar por hacer de las áreas STEM un lugar seguro para todas, un entorno que nos permita explotar al máximo nuestras capacidades y encontrar la realización personal sin temor a ser excluidas o violentadas a causa de nuestro género. 

Ver los esfuerzos de compañeras científicas, de universidades y organizaciones, no sólo hoy Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia sino a diario, me hace tener esperanza en el porvenir de la cultura científica. Si de algo estoy segura es que: 

El futuro es femenino.

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