El Ickabog. Capítulo 4: La Casa Silenciosa.

Esta es una traducción de The Ickabog por J.K. Rowling. Encuentra el original en inglés aquí.

Agradecimiento a Edwin Herrera por la traducción de este capítulo.



La señora Dovetail fue sepultada en el cementerio de la Ciudad Dentro de la Ciudad, donde generaciones de sirvientes de la realeza descansaban en paz. Daisy y su padre permanecieron tomados de la mano, con la mirada fija sobre la tumba, por un largo tiempo. Bert miraba a Daisy mientras su madre llorosa y su padre con expresión sombría lo alejaban lentamente. Bert quería decir algo a su mejor amiga, pero lo que había sucedido era muy enorme y terrible para decirlo con palabras. Bert no podía ni imaginar cómo se sentiría si su madre hubiera desaparecido para siempre siempre dentro de la fría y dura tierra.

Cuando todos sus amigos se habían ido, el señor Dovetail quitó de la lápida de la señora Dovetail, la guirnalda púrpura que había mandado el rey, y en su lugar colocó el pequeño ramo de campanillas de invierno que Daisy había recolectado esa mañana. Entonces los Dovetail caminaron lentamente a casa, una casa que ellos sabían que nunca podría ser la misma. 

Una semana después del funeral, el rey salió del palacio con la guardia real para ir de cacería. Como era habitual, todos salieron presurosos a sus jardines para inclinarse, hacer reverencias y aclamar al Rey. Mientras él se inclinaba y saludaba también, notó que el jardín de una cabaña estaba vacío. Tenía cortinas negras en las ventanas y en la puerta de enfrente.  

"¿Quién vive ahí?" le preguntó a Major Beamish.  

"Esa - esa es la casa de los Dovetail, Su Majestad," dijo Beamish.  

"Dovetail, Dovetail," dijo el rey frunciendo el ceño. "He escuchado ese nombre, ¿no es así?"  

"Er... sí, señor," dijo Major Beamish. "El señor Dovetail es carpintero de Su Majestad y la Señora Dovetail es, fue, la jefa de las costureras de Su Majestad."  

"Ah, sí." dijo el Rey Fred apresuradamente, "Ya, ya recuerdo."  

Y apurando a su corcel color blanco como la leche a medio galope, cabalgó hasta dejar atrás las ventanas con cortinas negras de la cabaña de los Dovetail, intentando no pensar en nada más que en la cacería que le esperaba.  

Pero desde ese día, cada vez que el rey salía a cabalgar, no podía evitar fijar la mirada en el jardín vacío y en la puerta con cortinas negras de la casa de los Dovetail, y cada vez que veía la cabaña, la imagen de la costurera muerta agarrando el botón de amatista volvía a él. Finalmente, no pudo soportarlo más y convocó al Asesor en Jefe.  

 "Herringbone," dijo, sin mirar al viejo hombre a los ojos, "hay una casa en la esquina, sobre el camino hacia el parque. Una cabaña bastante agradable. Con un jardín más o menos grande."  

"¿La casa de los Dovetail, Su Majestad?"  

"Oh, son quienes viven ahí, ¿cierto?" dijo el Rey Fred despreocupadamente. "Bien, me parece que es un lugar bastante grande para una familia pequeña Creo haber escuchado que son sólo dos personas, ¿es correcto?"  

"Muy correcto, Su Majestad. Sólo dos, desde que la madre..."  

"Francamente no parece justo, Herringbone," dijo el Rey Fred alzando la voz, "que sólo dos personas tengan esa agradable y espaciosa cabaña, cuando hay familias de cinco o seis, que creo, estarían felices con un poco más de espacio."  

"¿Quisiera que los Dovetail se mudaran, Su Majestad?" 

"Sí, me parece que sí," dijo el Rey Fred, pretendiendo estar muy interesado en la punta de su zapato de satín.  

"Muy bien, Su Majestad," dijo el asesor en jefe, con una profunda reverencia. "Les pediré que intercambien con la familia Roach, quienes estoy seguro, estarán felices de tener más espacio, y ubicaré a los Dovetail en la casa de los Roach."  

"Y ¿dónde está, exactamente?" preguntó el rey nervioso, lo último que quería era ver esas cortinas negras aun más cerca de los portones del palacio.  

"Justo en el límite de la Ciudad Dentro de la Ciudad," dijo el Consejero en Jefe. "Muy cerca del cementerio, de he…"  

"Eso suena adecuado," interrumpió el Rey Fred, levantándose rápidamente. "No necesito detalles. Sólo haz que suceda, Herringbone, sé un buen tipo."   

Y así, Daisy y su padre recibieron la instrucción para intercambiar su casa con la de la familia del Capitán Roach, quien, como el padre de Bert, era miembro de la Guardia Real del rey. La siguiente ocasión que el Rey Fred salió a cabalgar, las cortinas negras habían desaparecido de la puerta y los niños Roach - cuatro hermanos robustos, que fueron los primeros en bautizar a Bert Beamish ‘Bola de manteca’ -  llegaron corriendo al jardín saltando de arriba a abajo, saludando y ondeando banderas de Cornucopia. El Rey Fred sonrió y devolvió el saludo a los chicos. Semanas pasaron, y el Rey Fred olvidó todo acerca de los Dovetail, y fue feliz nuevamente.  

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